lundi 14 janvier 2013

A MI PINO



Mi viejo Pino se muere
un poquito cada otoño, 
cuando ve que sus vecinos 
revisten de grana y oro.

Pierde el color verde claro 
que animan sus ramajes, 
cuando desde arriba mira 
y ve la gran desbandada 
que los vientos organizan, 
arrancándoles sus trajes.

Porque se sentía muy solo, 
he plantado a su costado 
un Olivo centenario 
y el pino desde las nubes 
tiene mucho mas cuidado 
dejando caer sus piñas, 
para no dar al anciano.

Le he rodeado el tronco 
con flores azul muy claro 
y para darme las gracias 
a pintado sus agujas 
del color que tanto amo, 
ese verde esperanza 
que nos anuncia el verano.

Entre sus frondosas ramas 
con su permiso y cuidado 
voy hacer una cabaña, 
con tablas de sus hermanos 
que pintaré de colores 
para que no pueda ver, 
la sangre que derramaron.

El pino ya estaba aquí, 
cuando mis hijos llegaron.

Un día el mas pequeño 
muy nervioso y enfadado, 
cogió un hacha que tenía 
con el hierro afilado, 
pegó con toda su fuerza 
dejando su piel maltrecha...
ya no estaba enojado.

Quiero pedirle perdón 
a mi pino solitario 
de sus hermanos cortados, 
cuando tomé posesión 
de la casa sombreada, 
por sus verdeantes brazos.

Hace unos años de ésto 
yo quería ver muy claro, 
no quería visitantes 
que yo no hubiera invitado, 
creyéndome dueño y señor 
de esos troncos arraigados.

El árbol siempre se cura 
de todos los malos tratos 
y ayuda al que los infringe, 
les da su sombra sus frutos 
y nos regala la vista, 
con su honorable esfinge.

¿Cuando seremos conscientes 
que el calor de los veranos, 
es mucho mas llevadero 
al cobijo de estos bravos?
que hacen que en el invierno
se unan todos los seres, 
al calor de sus encantos.

Si respetamos al niño 
y hacemos un buen humano, 
un día dará los frutos 
que nutrirá a su hermano.

Con los árboles tenemos 
la misma obligación, 
debemos de protegerlos 
cuidarlos con el cariño, 
que prodigamos al niño 
que mora en tu corazón.

. Migueliux


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