jeudi 22 août 2013

A MIS HERMANAS LAS PUTAS.



En una esquina tranquila
llamada del parricida,
se paseaba esquiva
la sombra de una diva.

Los hombres que acarrea
andando siempre detrás,
somos todos nosotros
y hasta el cura sin rezar.

Son subidas dolorosas,
las bajadas más honrosas.

Con el salario ganado
pasando uno o dos años,
comprará días y rosas,
para acicalar su pelo
blanqueado por el tiempo.

Que pasó entre los brazos
de hombres que no enamoran.

Justo enfrente de la esquina,
camina a paso largo,
la otra diva de barrio.

Una hembra decidida
hacer pagar a su cuerpo,
su pecado nos decía.

Como muleta cogió
la ralla que te acelera,
justo el tiempo que el trillo
daba la vuelta a la era.

Su cuerpo aniquilado
por regocijos malvados,
encontró su ultima cama,
entre ortigas y cardos.

A mis hermanas las putas
nadie las quiere,
a mis hermanas las putas
solamente las prefiere,
el solitario que teme
el “no” de las mujeres.

Entre la gente que usa
el poder de su dinero,
está infiltrado ese,
dominado por su ego.

De ese tened cuidado
el sexo no le interesa,
lo que lo pone es el miedo.

Por haber utilizado,
de sus servicios secretos,
puedo testificar,
que merecen mis respetos.

Otro día el proxeneta
vendrá ha justificar,
su vida hecha de mierda.


Migueliux.  

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