vendredi 1 mars 2013

EL LABRIEGO Y SU AZADA




Cuando cogió las alforjas
con las espuelas de oro,
se presentó en la puerta
dispuesto a entregarlo todo.

Cada uno deducía
donde estaba su interés,
¿el oro que relucía?
¿lo dejaría sin los pies?

Que suerte tuvo ese día,
el preceptor ocupado
respondía las misivas,
de artistas cabreados...

Así salí de paseo
por las tierras no labradas,
esta vez me retardé
con un labriego y su azada.

Al lado estaba el tractor
con las ruedas en las zanjas
sin ruidos de motor,
que avanzara la labranza.

Por allí había pasado
la plaga que todo arrasa,
el desahucio de la tierra
y después vendrá la casa.

Me despedí del aquel ser,
pasto de una mala raza.

De los grandes olvidados
en la historia ciudadana,
son esos toscos hombres,
que sin ellos no hay patatas

Siempre vestidos de escarcha
azuzando la manada.

Arrastran sus rotos cuerpos
hasta muy tarde en las granjas.

Esta noche no ha dormido
una de sus gordas vacas,
ha decidido parir
a las tres, de madrugada.

De la mar es la sardina
que adereza nuestro plato,
en la tierra es el labriego
que nutre con su trabajo.

A Ximo, el agua de la sierra.    Migueliux.



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