Desde
los años 80 hasta el día de hoy, he estado colaborando con distintas empresas, españolas francesas y alemanas, siempre en compras y ventas
de maderas y derivados de ésta.
Igualmente
he recorrido muchos países, siempre a la búsqueda de nuevos clientes, para así asegurar la perennidad de la empresa con la que trabajaba
en ese momento.
Como
podrán deducir, he tenido que encontrar muchos directores, patrones y
otros compradores, o vendedores.
El
denominador común en casi todos estos países, siempre ha sido para
el patrón, ganar partes de mercado, sin olvidarse que es lo que
estaba pasando y como podían afrontar otros mercados al exterior, y
ahora que tenían recursos, muchos de ellos me pedían colaboración.
En
España, en estas décadas también eran las vacas gordas, me acuerdo
como de ayer, que en esta época casi todos los del puro, me recibían
en sus desmedidos despachos, que no tenían otra función, que a
recibir y dormir la siesta.
Cuando
podía establecer algo de comunicación con ellos, un gran
porcentaje me decía que no tenían que moverse para ganar
dinero, esperaban al cliente y así se sentían en posición de
fuerza, porque no es lo mismo decían vender, a que te compren.
Los
hijos de estos, cuando no estaban imitando a sus progenitores en los
despachos contiguos, conducían sus potentes coches, fruto de este
enorme desaguisado, salpicado de prepotencia.
La
hierva dejo de crecer y las vacas se volvieron famélicas, y muchas
murieron, las pocas que subsistieron, fueron aquellas que recibían
comida de otros pastos.
Gracias a esta minoría de patrones emprendedores, España mal come todavía, ¿pero por cuento tiempo?.
Gracias a esta minoría de patrones emprendedores, España mal come todavía, ¿pero por cuento tiempo?.
MIGUELIUX