samedi 18 mai 2013

EL SALARIO DE LA VENGANZA. CAP.5. CARAS NUEVAS.




La preocupación de los doctores se alejaba cada día un poco más, hasta que una noche, empecé ha dar señales inequívocas de mejoría y después de veinte días en el coma me desperté.

Cuando abrí los ojos, estaba rodeado de un montón de sombras, que no llegaba ha distinguir, poco a poco, fui recobrando mi espíritu. Después de algunos análisis, preguntas y consejos, salieron de la pieza, dejándome asolas con Carlos.

Llegaba al instante, se sentó y mirando sus zapatos dijo, la hemos perdido. Me explico hasta donde conocía, que después de una exhaustiva búsqueda solo habían encontrado la moto en el puerto.

Con los calmantes haciendo efecto, le dije, encontrarla no olvides que tenias la obligación de protegerla ¿donde estaban los hombre que tenían que ocuparse de su seguridad?
Prometiéndome buscarla salió. 
Poco a poco me vi inmerso en una especie de colocon de serenidad y final mente me dormiría.

Tres semanas después llegó Carlos con la ambulancia para trasladarme hasta su clínica.
Donde me disponía ha pasar los días necesarios, para las operaciones que hiciesen falta y mi posterior restablecimiento.

Subimos al Ferry en el puerto de la ciudad Condal y en la travesía me vinieron los recuerdos, todavía algo confusos. Según los informes, me avían encontrado Juan y su cuñado Antonio,
pescadores de la barceloneta, a dos kilómetros de la costa, hecho una mierda. Los Italianos me dieron fuerte y me dejaron caer como una piedra del barco, dándome por muerto.

Carlos entró en mi habitación, con un dossier que dejo en la mesita, para que leyera y firmara.
El cirujano me decía mientras yo miraba los contratos, espero que esto te ayude a calmar tu enojo hacia mi. Créeme siento mucho haberte fallado y estoy dispuesto, hacer lo que me pidas para, ayudarte a encontrar a tu chica. Devolviendo le los papeles le dije,
que no quería la mitad de la clínica, el cabreo se me pasaría cuando volviera haber a mi amada.
                                      
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Un avión privado me esperaba en el caliente suelo del pequeño aeropuerto, subí a bordo y ante mi se erguía Peeter que me hizo sentar¿ Así es usted la persona que reemplaza a Migueliux?. Estaba claro que entre los Italianos y Carlos no me conocía ni mi madre.
Le dije, que es irreemplazable, pero que haría todo lo que estuviera a mi alcance, para dejar esta cuestión zanjada cuanto antes.

Me propuso a su gente, yo le esplique mi plan y le dije que si era necesario me pondría en contacto con el. Media hora después aterrizamos en el aeropuerto del Prat.

El Alemán siguió su vuelo, yo cogiendo un taxi me dirijo al hotel. Después de darme una ducha y comer algo, estuve toda la tarde teléfono en mano, dando cita ha algunos antiguos colaboradores.  Casi retirados, eran reticentes ala idea de coger otra vez las harmas. 

Pero yo tenia los mejores argumentos, que eran borrar antecedentes y una suma de dinero que les cambiaría las vidas.

Alas ocho de la tarde, uno tras otro, aparecieron puntuales los siete hombres. De rasgos curtidos y serenos, gente en la que yo tenia plena confianza, grandes profesionales en lo suyo.

Tres de ellos me habían salvado la vida, en una ocasión. Yo a cinco de ellos, les ayudé ha salir vivos de un país Africano, donde trabajan como mercenarios a sueldo, del rebelde que perdió.

Señores se trata de salvar el orgullo Ibérico de algunos que no están dispuestos, que unos espaguetis disfrazados de madona vengan a tocarnos los cojones aquí en nuestra casa.

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