Soñaba con un jinete cabalgando en la cima de mi consciencia.
Cuando la cruda y dolorosa realidad,
calló sobre mi, en forma de policías muy enfadados ¿valla usted ha saber porque.?
Me desperté hecho una mierda,
rodeado de otros policías más simpáticos.
Para despertarme, utilizaron agua de
la cubeta del water, donde me tenían maniatado.
Habían intentado todas las
formulas, que les enseñan en la escuela de policía.
Con sus análisis a la salsa de
todos iguales. Y esto me aburría tanto, que puse de más en más atención, en una conversación, que
salia de la puerta contigua. Abierta constantemente, por todos aquellos policías, que
jugaban a su juego favorito. Salir y entrar, porque así
desestabilizan, dicen sus manuales.
Hablaban en Francés y de la lengua
de Moliere me conozco pas mal, acordaos de mi barquera. Entendí que buscaban
una chica, que con las descripciones, se parecía extrañamente ha
alguien muy allegado a mi.
En un descuido de mis a verdugos,
pude llamar la atención del Francés y sus acompañantes.
Les expliqué con pocas palabras,
que creía conocer a la persona que buscaban.
Aquel primer trago de agua, a pesar de que savia fuertemente a sangre, me hizo sentir bien y apuré el vaso que recogió el
Francés. Diciéndome, el agua te quita la sed, pero
la ausencia de una persona querida,
no te apaga el dolor.
Nos sentamos los unos enfrente de
los otros, sentí que me escudriñaba, los pocos rasgos de la cara, que me quedaban todavía
visibles.
Desde que me dieran de beber hasta la
primera pregunta, tuve tiempo de pedir un cigarrillo y prepararme para aquella nueva
situación.
Lo primero que me preguntó el
comisario, que acompañaba al Galo, fue ¿donde esta la chica?. Yo me hice de un tonto
generoso y el cuñado comenzó ha ponerse nervioso.
En las miradas que me dirigía, veía
el desaliento profundo que lo atormentaba, me sentí conmovido y le dije que yo
sabia hablar su lengua y le propuse un trato.
Primer punto, teníamos que hablar a
solas, durante mínimo una hora, al abrigo de micros y otros artilugios cotillas.
El comisario se opuso firmemente, pero el peso de Joan era enorme. A la piel de toro le interesaba mucho, que los vecinos le echaran una manita con lo suyo.
El comisario se opuso firmemente, pero el peso de Joan era enorme. A la piel de toro le interesaba mucho, que los vecinos le echaran una manita con lo suyo.
EL francés me dejaba así el balón en mi
campo, agujereado por las ultimas veinticuatro horas.
Los dos policías se retiraron y a mi
me llevaron a una celda, me dieron unas ropas, para que me cambiará y dos horas más
tarde reaparecieron.
Joan me explico, que si quería salir de este embrollo, tenia que cooperar con el hasta el final.
Joan me explico, que si quería salir de este embrollo, tenia que cooperar con el hasta el final.
El hombre con el que me iba ha ver
la cara. Primero de su promoción, hijo de la asistencia publica, doctorado de ciencias
humanas, letrado, economía. A los trece años empezó ha trabajar,
y así poder pagarse los estudios .Y en su día fue el brazo derecho de la ley, más joven de nuestro vecino país.
Cuando nos dieron el coche, que
nos llevaría hacia mi refugio, comencé mi historia.
Yo pertenecía a un grupo formado
por el gobierno, al principio solo nos dedicábamos ha interceptar terroristas. Pero con
los tiempos cambiando, nos hacen acatar ordenes completamente retorcidas.
Si lees estos días los periódicos, veras que faltan a sus altos cargos,
algunos que se han volatilizado.
Antes de continuar con tu relato, me
corto Joan, tendiéndome el teléfono, quiero que llames a la chica y me la pases. Cuando
escuchó sus primeras palabras, la emoción lo invadió y tuvo que parar el auto. Lo dejé solo y
entré en el restaurante.
Me pedí un bocadillo y una cerveza. Joan apareció una hora más tarde, pidió unas hojas de papel al barman y
volvió de nuevo al coche.
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