Eran las siete de la mañana, cuando
sonó insistentemente el teléfono.
Joan estaba terminando de desayunar,
con el último trago de café, se enjuagó la boca y dijo“Ah eres tú"reconociendo la voz de su suegro Philipe.
Después de los saludos de usaje, el
hombre le explicó con un punto de preocupación en la voz. Su hija pequeña no
daba señales de vida, desde hacia muchos meses y las ultimas noticias la situaban en
España, en Madrid o Barcelona.
Joan tranquilizó al padre,
diciéndole que pondría a su mejor gente al corriente y sería cuestión de días localizarla.
Aquel hombre de un metro setenta y
dos, moreno, que con treinta y cinco años fue, el comisario más joven que Francia nunca tuvo.
Dio cita a su segundo y a cuatro de
los policías más activos fuera del hexágono.
Unos kilómetros después,
llegó a la jefatura policial de París, donde a su paso todos se cuadraban, con un“a la
orden señor comisario.”
La puerta de su despacho se abrió
aceleradamente, por un policía que en esos momentos salia, después de haber
depositado seis expresos en la mesa de reuniones.
Los cinco se pusieron en pie, diciendo, mis respetos monsieur le comisario, con un gesto de la
mano, les hizo sentar.
ººººººººººº
Seguí aquel monje o algo parecido,
bestia una sotana que brilla con el parpadeo de las velas y por la usura del tiempo.
La luz tenue de aquella habitación, apenas dejaba entrever
La luz tenue de aquella habitación, apenas dejaba entrever
las siluetas y los objetos, que en
ella se encontraban.
Del cuchicheo que escuché cuando
entraba, pasamos aun silencio solo roto, por los pasos que nos hacían avanzar por el
pasillo, lúgubre y húmedo.
Aquel personaje al que seguía, de
mirada inquietante, se dirigió aun viejo congelador y abriendo la puerta, se escapo aquel
desagradable olor al desmallo. Me acercaron dos bolsas de deporte y me apresuré en salir de
aquel pestilente lugar...
Sin mirar atrás, salí de aquella
vieja iglesia que parecía alquilada por el diablo y los suyos.
Puse las dos bolsas en el interior
del maletero, eché un vistazo en una de ellas y vi el horror embolsado. Cerré de nuevo la
cremallera con dificultad, para poder introducir de nuevo, aquellas pequeñas
extremidades: seguramente de un criatura de seis o siete años.
Volviendo sobre mis pasos, aporreé de
nuevo la gran puerta, esta vez con la culata de mi mágnum. De golpe se abrió y con
la adrenalina rezumando por cada poro de mi cuerpo, asesté un solo golpe de machete y
llevé aquel primer fiambre en volandas, a la estancia que había dejado unos minutos antes.
Con la fuerza de un poseído y un
odio creciente en mi a cada paso, lancé aquel que se había paseado en la hoja de mi
machete, cayendo de espaldas en el centro de aquel antro.
Que me había propuesto convertir en
el neón mas absoluto, que nunca nadie apercibiera.
Pasaré sobre los detalles escabrosos
que ocurrieron allí, para daros solo el dato. Cuando salía de aquel lugar, las vísceras
y otros me impedían la progresión, que me llevó ha salir de aquel horror, de indescriptible narración.
El aire fresco, enfrió mis sienes,
que golpeaban mi cabeza con compasados, Sun, Sun.
Respiré profundamente el humo de
aquel cigarrillo de maría, buscando la calma, después de la tempestad que aquellos pedófilos de
mierda, habían desatado.“Aun niño, se toca con el corazón”
De nuevo me dirijo al coche, cojo de
la guantera un temporizador y les preparé aquellos hijos de satanás, una buena
barbacoa.
Con algunos litros de gasolina que añadí aquella salsa, sin olvidar unas gotas de nitro.
Para que aquello cogiera su punto álgido, cuando el reloj contara dos minutos. Aquel antro sería la antesala, de donde había enviado a toda aquella mierda.
Con algunos litros de gasolina que añadí aquella salsa, sin olvidar unas gotas de nitro.
Para que aquello cogiera su punto álgido, cuando el reloj contara dos minutos. Aquel antro sería la antesala, de donde había enviado a toda aquella mierda.
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