Un día
cualquiera
de un
año pasado,
se
apagó la luz
al
cavo de un rato.
Conducía
con prisa
un
poco cansado,
por
falta de sueño
debido
al trabajo.
Fuerte
como un roble
de
gran corazón,
un día
de agosto
en
contra del tiempo,
lo
rompió de golpe
un
gran camión.
El
cuerpo maltrecho
y el
alma dormida,
en
vilo nos tuvo
y unió
a la familia.
A su
hermano pequeño
lo
vieron mirando
los
ojos cerrados
de
aquel grandullón.
Sentado
a su lado
lloraba
en silencio,
implorando
a alguien,
pedía
perdón.
Abriendo
los ojos
de
lejos veía,
las
caras amadas
ansiosas
pérdidas,
del
tiempo pasado
esperando
la vida.
Sentado
en su silla
reprende
a soñar,
su
hermano pequeño
le
coge la mano.
Con
alas ligeras.
vuelan
el camino,
seguros
ufanos
de
encontrar la paz.
Con la
juventud
de
vuelta a casa,
vinieron
a vernos
un día
en España.
Pasamos
momentos
llenos
de ternura,
viendo
aquellos seres
que
habían logrado,
salir
siendo cuerdos
de
aquella locura.
Migueliux-
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